Es escalofriante. Los arreglos no solo se ocupan de quién gana y quién pierde, sino también de los goles, de las tarjetas. Apuestan hasta por el número de tiros de esquina que se cobran. “Con una cuenta, en Tercera (división), en la casa más grande, puedes ganar con córners en un partido 8.000 euros (26 millones de pesos). Si mueves cuatro cuentas, ganas 32.000 (104 millones). Es la última fiebre”.
La experiencia de un antiguo corredor de apuestas, ahora dedicado a desmantelar el crimen que por 10 años cometió, fue recogida por el diario español El Mundo. En la entrevista detalla el mundo subterráneo del amaño de partidos, por el cual se mueven al año miles de millones de euros. Las revelaciones de este personaje han sobrepasado las fronteras ibéricas y, una vez más, han puesto el tema de la corrupción al interior del fútbol a circular en boca de todo el entorno.
Javier, el nombre falso usado por el corredor de apuestas en la entrevista, es tajante con sus declaraciones. Le preguntan si existen vínculos entre las mafias y los clubes, y él responde que “más que vínculos, hay comunicación”. Según el entrevistado, la peor cara del asunto la muestran los clubes de segunda y tercera categoría. “A muchos clubes no les interesa subir a Segunda B, se meterían en muchos gastos, tomarían una dimensión para la que no están preparados. Las mafias les ofrecen tratos”, explica.
La corrupción, de acuerdo con Javier, está inmiscuida en las entrañas de los mismos clubes. “Cuando los futbolistas llegan al campo, unos van al vestuario de los otros y siempre se pregunta: ‘¿Quién es el de las apuestas?’. Cada equipo tiene un delegado, por así decirlo”.
Y es que según el corredor de apuestas, el negocio ha crecido tanto que los mismos futbolistas quieren ser cada vez más partícipes de los amaños. “En Tercera, y en muchos casos en Segunda B, a los jugadores les interesa más apostar que jugar”.
Pero el entrevistado advierte qué razones tienen, pues sus sueldos son pobres en comparación con lo que tienen que afrontar los jugadores en viajes y tiempo de entrenamiento y dedicación en el fútbol. Sin embargo, el asunto adquiere mayores proporciones cuando se señala que algunos de esos jugadores que no tienen reparo en amañar sus rendimientos son los mismos que un tiempo después logran ascender a los equipos de primera categoría.
Por otra parte, Javier señala que muchos jugadores no tienen problema en usar lo que saben de los vestuarios para hacer más dinero por cuenta de las apuestas. Saber quien juega puede ser una información muy valiosa que podría traducirse en mucho dinero en las casas de apuestas. De hecho, Javier comenta que en los círculos internos de los futbolistas la información fluye de tal manera que varios se beneficien de cuenta de algún dato jugoso.
Pero lo fuerte de todo el tema es que, más que un secreto a voces, es una práctica que se sabe y se acepta. “Eso está ahí, pero la ley del silencio es muy fuerte. La Federación no hace nada”, comenta Javier. “Saben perfectamente que se amañan decenas de partidos cada jornada, pero no denuncian y dejan que sus clientes apuesten”, complementa.
Con el auge de las apuestas virtuales, todo lo ocurrido en el campo de juego es susceptible a convertirse en motivo de apuesta, y por consiguiente, en motivo de amaño. Lo de los tiros de esquina, de acuerdo con Javier, es la última sensación en el mundo de las apuestas. Es algo inofensivo para el resultado, por lo que no pone mucho en riesgo, y resulta bastante sencillo de amañar: “Si eres central, o extremo, no hay nada más fácil que forzar un córner”, apunta el corredor de apuestas.
La manipulación llega incluso a penetrar la primera división del fútbol español, es decir, donde juegan cada semana clubes tan laureados como el Real Madrid o el Barcelona. Eso ha visto Javier, quien precisa que la mayor corrupción se ve en los partidos de divisiones secundarias.
“Lo que es sangrante es lo que pasa en Segunda B y Tercera”. Y no por ser divisiones inferiores mueven poco dinero: “un partido de Tercera bien apañado puede dar, resultado incluido, 50.000 euros (más de 163 millones de pesos). La jugada es redonda”.
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